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Póliza insegura

Ya casi llegamos a los 150 días del impacto del huracán María. Acostumbrados a huracanes, lo recibimos, pero no estábamos preparados para la devastación que dejó. Miles de propiedades fueron pérdida total. Todo el que ha podido ha sacado de ahorros para reparar y seguir la vida. Los que económicamente no pueden, pero esperan por ayudas, están desesperados. Hay otros que “sabiamente” habían comprado un seguro privado de inundaciones y daños a la propiedad. Esos se acostaron tranquilos pensando que el seguro que llevaban pagando años les responderá.

Que levanten las manos aquellos que han recibido su cheque. Los puedo contar con los dedos de la mano. Cuando usted compró ese seguro, me imagino que el vendedor le dijo lo que exactamente cubría. ¿Por qué ahora cuando necesita la cubierta no le pagan y pareciera que compró otra cubierta? De repente, se percata de que el deducible es más alto que si comprara tres casas y, por lo tanto, lo que le sobraría para arreglos da para comprar una ventana. Esta es la odisea de muchos, que todos los días llaman a su respectiva aseguradora. A mí no me convencen las excusas que están dando. De las tantas investigaciones que prometen las comisiones de la Legislatura esta podría tener mérito.

Me encontré con un hombre agobiado porque aún no convence a la aseguradora de que inspeccione su casa, que se inundó en su totalidad. Convence cuando debería ser su deber. Lo perdió todo.

La familia la envió con parientes mientras él se encarga de las reparaciones. Se le acabó el dinero. Hizo la larga fila en la compañía de seguros y, luego de someter la reclamación, le dijeron que el ajustador inspeccionaría en las próximas semanas. Han pasado cuatro meses y nada. La realidad es que hay más reclamaciones que ajustadores. Para colmo, no contestan los teléfonos. Es frustrante porque como él hay miles de personas que necesitan ese dinero para iniciar las reparaciones. El dinero que esperan no es una ayuda, es su derecho según estipulado en el contrato firmado por servicios comprados. Y vale la pena aclarar que él si leyó las letras diminutas del documento. En otro caso, una empleada de otra aseguradora le dijo a una indefensa mujer que los daños reclamados no pueden pagarlos porque FEMA tiene que responderle. Pero es que ella no reclamó a FEMA, y precavida como es, hace dos décadas que compró un seguro privado por inundaciones. Nunca ha reclamado y ahora le cerraron la puerta. Me preguntó: ¿quiénes y cuántos habrán disfrutado de las primas pagadas?

La frustración es aún mayor cuando las personas mencionadas han llamado a la Oficina del Comisionado de Seguros. Da la impresión que defienden más a las aseguradoras que al asegurado. Tener una póliza, ya sea de la casa o del vehículo, es un mal necesario. Luego de María supongo que investigarán esas situaciones que —quiero pensar— no son comunes. Es preocupante porque el asegurado queda indefenso, y para lo cual pagó, que irónicamente es para estar seguro, ahora no hace honor al significado.

La Asociación de Compañías de Seguros informó que existen más de 200,000 reclamaciones y que las aseguradoras no dan abasto. ¿Cuántas aseguradoras radicarán la quiebra? Se indica que las pérdidas reclamadas superarán los 30,000 millones. ¿Qué sucederá con las reclamaciones sin atender? Según el Código de Seguros, se supone que se procese la reclamación en 90 días. Es obvio que, en la mayoría de los casos, ese tiempo ha transcurrido. La inseguridad en que vivimos replantea analizar el sistema actual y las deficiencias para corregir los errores cometidos. Hay que prestar mayor atención a lo que uno firma y no temer a preguntar lo que uno no entiende. Debemos tener claro lo que la póliza cubre y reclamar o querellarse si la aseguradora no cumple. Recordar que tenemos derechos y que debemos reclamar las insatisfacciones.

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