Cuba enfrenta un rebrote del nuevo coronavirus pese a que el miércoles superó las dos millones de personas con al menos una dosis de los candidatos vacunales de producción nacional y se mantienen -y en algunos casos se han endurecido- las restricciones sociales y de movimiento.
Al cierre del martes se reportaron 1.403 casos para un acumulado de 161.997 desde marzo de 2020, cuando comenzó la pandemia en la isla, informó el miércoles el doctor Francisco Durán, director de Epidemiología, durante una comparecencia televisiva. De los contagiados se han contabilizado 1.118 fallecidos.
Aunque otras naciones presentan situaciones más críticas que Cuba, un dato comparativo ofrecido por las autoridades permite ver el crecimiento de la circulación del COVID-19 en la isla: de marzo a diciembre de 2020 se detectaron 12.054 positivos, pero sólo en mayo de este año hubo 36.701 y 18.674 en lo que va de junio.
“De esta forma Cuba incrementa su tasa de incidencias de confirmados de COVID-19 por cada 100.000 habitantes en los últimos 15 días a una tasa de 160,8”, expresó Durán.
Cuba tiene 11 millones de habitantes y espera vacunar al 70% de su población para agosto con sus antígenos Abdala y Soberana 02 -más una tercera dosis de Soberana Plus de refuerzo en el esquema dictado por el Ministerio de Salud-.
La isla es la única nación latinoamericana que desarrolló vacunas propias, las cuales se encuentran formalmente en el análisis de los datos correspondientes a la tercera fase de ensayos clínicos. Pero dado el aumento de casos y la seguridad que según los científicos demostraron en las etapas anteriores, comenzaron a aplicarse masivamente a mediados de mayo mientras se espera la autorización de uso de emergencia.
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Según Durán al menos dos millones de personas ya recibieron una dosis y otro 1,1 millón dos dosis. Unas 666.000 cuentan con el esquema completo de tres.
“Debemos seguir avanzando lo más rápido posible para que se vea el efecto que va a tener junto con las medidas que conoce nuestra población y que no siempre se cumplen”, manifestó Durán.
Disposiciones como la restricción del transporte público, la prohibición de pasar de una provincia a otra y el cierre de oficinas públicas se sumaron a la suspensión de clases presenciales -que se dan por televisión desde enero- en todo el país.
Gracias al cierre de fronteras y el turismo y al seguimiento casa por casa, Cuba tuvo el año pasado territorios sin casos durante varios meses, pero a fin de año la situación se descontroló.
El impacto en la isla es notable en términos económicos. Hay desabastecimiento de productos esenciales, largas colas y malestar por la crisis económica y las sanciones de Estados Unidos, que se incrementaron en 2020 cuando el Producto Interno Bruto cayó 11%.
Paralelamente, las autoridades comenzaron esta semana un estudio pediátrico con Soberana 02 en jóvenes de 12 a 18 años que irá bajando hasta los tres años de edad. El Ministerio de Educación indicó que espera reabrir las escuelas el 1 de septiembre.