La salud es un negocio, como cualquier otro. Nadie estudia medicina, enfermería, técnico de lo que sea o cualquier otra cosa relacionada a esta “industria” para trabajar sin cobrar lo más que pueda. De hecho, cada cual busca donde más le paguen más dinero. Por lo tanto, en el aspecto personal todos tienen fin de lucro. Es normal.
El problema es cuando se pretende hacer crecer el capital del negocio a costa de la salud de los demás, es decir, cuando se le pone precio a la vida de un ser humano y se decide negarle cubrir un servicio apretando un botón, con la tranquilidad con la que se come un dulce, desde una oficina en aire acondicionado, pensando en que puede representar un ahorro a la compañía y eso a su vez convertirse en un bono para el responsable de negar la cobertura del costo total o parcial. Claro, también hay instancias en las que puede aplicar el negar alguna cubierta y lo explico más adelante.
Cuando hablo de que la salud es un negocio, es en todos los aspectos. Por ejemplo, en el aspecto de los médicos, hay doctores más enfocados en la parte salubrista y otros más enfocados en la parte comercial, cómo hacer más dinero o negocio, y eso no los hace menos médicos, pero tienen una visión e interés distinto. No tiene nada de malo, mucho menos luego de tantos años de sacrificio para convertirse en lo que son.
En general, las farmacias, principalmente de cadenas, han modificado su modelo de negocio entrando en la venta de casi lo que sea. Hace unos años estuve de viaje en España y tuve que entrar a una farmacia. Solo vendían medicamentos y productos directamente relacionados a la salud, lo que me llamó la atención. Por lo que vi, era casi la norma. Aquí en Puerto Rico uno entra a una farmacia y riñe la competencia, desleal a mi juicio, entre el despacho de medicamentos y la venta de alcohol, cigarrillos (en algunas), dulces, pizzas, refrescos, entre otros productos que afectan la salud, y que a lo mejor nos harán depender posteriormente de los medicamentos que también venden. Ganan por doquier, haciendo dinero con productos que atentan contra la salud y también con los remedios que nos venden para atender los problemas que probablemente ayudaron a causarnos.
Hace unos meses se presentó legislación para permitir que en las farmacias se hicieran ciertos estudios de laboratorios, lo que provocó una gran oposición de los establecimientos de laboratorios y los tecnólogos médicos. El argumento legislativo era que eso le daría mayor acceso a la salud a la ciudadanía. Tantos los laboratorios como los tecnólogos planteaban que eso era una excusa barata y que lo que había detrás era un intento por las farmacias hacer más dinero, más negocios.
Recientemente se aprobó una ley para permitir que los laboratorios puedan hacer ciertos estudios sin la intervención y el análisis inicial de un médico que determine qué necesita o no necesita usted de acuerdo a los síntomas que padezca. ¡Adivinen! Ahora son los laboratorios los que levantan el grito de que eso es para dar mayor acceso a la salud. ¿Pero no era eso una excusa barata cuando se trataba de las farmacias intentando entrar en el terreno de los laboratorios? Evidentemente están unos tratando de entrar en los terrenos de otros y por acceso a la salud no es, es más por acceso a mayores ingresos. Así lo veo.
Vamos a los planes médicos.
Nadie monta un negocio para regalar dinero ni servicio. Los planes médicos también son un negocio para generar ganancias. Sin embargo, al montar ese negocio están entrando en el de salvar vidas y es inaceptable que jueguen con vidas humanas negándoles servicios, medicamentos y estudios de manera viciosa para aumentar la ganancia de la empresa, ya sea para repartirse las ganancias o para engordarla y luego venderla con una mayor valorización. Quien se haga llamar “médico” y dirija una operación de denegar servicios de salud para aumentar ganancias, solo lleva el título, pero en realidad es un mercader de la salud que puede exponer vidas de seres humanos al extremo de morir.
¿Que hay servicios que pueden ser válidamente denegados? Sí. Las cubiertas médicas, principalmente en los planes privados, y como en cualquier otro seguro, es usted quien decide hasta dónde llega lo que desea que le cubra. Si usted quiere algo básico, pues paga por algo básico. Puede seguir aumentando la cubierta, pero eso le va a seguir aumentando el costo de la póliza. Si hay personas que pagan lo máximo y usted paga lo mínimo, no es lógico pensar que usted va a tener la misma cubierta que el que paga mucho más. ¿O usted cree que el que paga más, porque gana más dinero, lo gana por ser tonto?
También es responsabilidad de cada uno saber qué cubierta está adquiriendo, qué le cubre y qué no. Tiene que preguntar porque la aseguradora no le va a dar toda la verdad por ella misma. Después que los tienen pagando por años, cuando necesita, es que le explota que hay cosas que no le cubre. Estos dos últimos párrafos no son para tirarle una toalla a las aseguradoras, son más para también abrirle los ojos a usted de cómo es el negocio, si es que no lo entiende o porque realmente no lo quiere entender. Nosotros somos los primeros que tenemos que velar por nosotros y nuestras familias, bien cubiertos porque nadie lo va a hacer por mí ni por usted.
Yo no tengo problema, conociendo al boricua, que las aseguradoras tengan unas políticas de control razonables para evitar el abuso del sobreuso. Tampoco que los altos ejecutivos de las aseguradoras ganen desde 1 hasta 4 millones en compensación, pero no puede ser a costa de prácticas abusivas contra los médicos, laboratorios, hospitales y otros proveedores, mucho menos a costa de los pacientes ni de sus vidas para luego estar contando dinero con las manos ensangrentadas.