La Legislatura en general y la Cámara de Representantes son siempre centro de acontecimientos y noticias. Desgraciadamente, en múltiples ocasiones son negativas, más aún cuando se trata de la conducta de sus miembros. Recientemente fuimos testigos de la culpabilidad de una ex legisladora y dos ex legisladores por esquemas de corrupción, que incluyó sobornos, extorsión y comisiones ilegales con parte de los fondos públicos que administraron los propios legisladores.
A finales del año pasado, la prensa publicó la escandalosa conducta de ausentismo constante a las sesiones legislativas por parte de un grupo de representantes. Están ausentes del proceso y función legislativa, así como de la discusión y aprobación de medidas. No ejercen el voto, uno de los deberes y responsabilidades legislativas de mayor importancia, negándole al país conocer su posición sobre asuntos que afectan la vida de los que habitamos en este país.
Esta semana se repitió en la prensa un nuevo capítulo que he denominado como “turismo legislativo’', nada menos que los viajes de los representantes pagados con fondos públicos, que son inconsecuentes para la Cámara y el desarrollo de legislación en beneficio del país. Los únicos que se benefician son los que viajan, pues disfrutan de su visita a ciudades y luego rinden unos escuetos informes —algunos de ellos mal redactados y con información incorrecta e imprecisa— donde tratan de justificar lo injustificable.
Luego tenemos el tema de la discusión en vistas públicas de las medidas legislativas radicadas, excepto por contadas excepciones, la mayoría de las comisiones no discuten los proyectos, no llevan a cabo vistas públicas; los arropa el síndrome de las primarias y el de salvar su elección en sus respectivos distritos. Esta conducta tiene una terrible consecuencia, el descargue de decenas de medidas al final de la sesión. En otras palabras, es aprobar medidas legislativas sin ningún tipo de discusión y, peor aún, sin un informe de la Comisión a las que están asignadas que justifique su aprobación, exponga la posición de grupos o personas interesadas y expertos en el tema que sostenga la necesidad de su aprobación.
Esta realidad es necesaria transformarla. Hay que darle un nuevo horizonte a la legislatura, cambiar su composición, elegir una mayoría de legisladores comprometidos con el país. De una vez y por todas, que triunfe la esperanza.