Para cierta población mundial, la ceremonia de la Inauguración de las Olimpiadas París 2024 fue el mayor espectáculo en la historia de las justas olímpicas; para otros, fue un evento con mucha polémica que provocó protesta en redes sociales.

Las redes sociales estallaron por lo que muchas personas interpretaron como un insulto a la fe cristiana por lo que creyeron era una representación de “La Última Cena” con drag queens, pero que en realidad era una puesta en escena inspirada en Dionisio, dios griego del vino.

La cuenta oficial de redes sociales de los Juegos Olímpicos explicó que la actuación fue una “interpretación de Dionisio, el dios griego del vino y la festividad”, destinada a resaltar “el absurdo de la violencia humana”.  

Sobre la mesa, se lo vio al cantante Philippe Katerine pintado de azul y casi desnudo, con aires de Dionisio. Alrededor, 18 personas en un festín, en su mayoría drag queens. El número de personas también se aleja de “La Última Cena”, pues no eran 12 personas como los apóstoles.

A Dioniso se lo asocia con el vino, la fertilidad, el teatro y el éxtasis. Se lo suele representar como un hombre joven que sostiene una copa de vino, se le proyecta con hiedra creciendo de él, a menudo acompañado por un grupo de fervientes seguidores.

Thomas Jolly, uno de los responsables del espectáculo artístico de la apertura de las Olimpiadas dijo que su deseo no era “ser subversivo ni escandalizar”, según reportan medios internacionales como La Nación.

“Anoche se trató de las ideas republicanas de benevolencia e inclusión”, se defendió el prestigioso director de teatro. “En Francia, la gente es libre de amar como quiera, es libre de amar a quien quiera, y es libre de creer o no creer”, indicó, además, cuando le consultaron por las críticas que había ocasionado el espectáculo.

Por su parte, la Conferencia Episcopal de Francia implicó una “mofa del cristianismo”.

“Pensamos en todos los cristianos de todos los continentes, que se sintieron heridos por el ultraje y la provocación de ciertas escenas”. Sin embargo, también apuntaron a que hubo “maravillosos momentos de belleza, de alegría, ricos en emociones y universalmente saludados”.

Otra controversia del espectáculo fue por la presentación de la cantante Aya Nakamura, de origen maliense, quien ha sido criticada en los últimos meses por la derecha ultraconservadora de la política francesa. Las críticas de políticos surgen porque señalan que integra en sus letras jerga que han dicho “no es frances”. La artista, quien es la francófona más escuchada del momento con más de nueve millones y medio de oyentes mensuales en Spotify, tuvo una impactante participación con un vestido de plumas doradas junto a la solemne Guardia Republicana, uniformada a su alrededor.

Otros símbolos de la Inauguración que más destacaron en el evento

El baile exótico de Lady Gaga

Lady Gaga sorprendió al mundo con un baile exótico que hace homenaje al cabaret parisino. Con un vestido negro y con bailarines que agitaban plumeros rosas a su alrededor, la cantante interpretó el tema “Mon truc en plumes”, de Zizi Jeanmaire, una destacado bailarina dentro del music-hall francés.

¿Quién era el enmascarado en los techos?

Los televidentes de la ceremonia siguieron el recorrido que un enmascarado realizó en los techos de París con la antorcha olímpica en la mano. Los internautas compararon al enmasacarado con el Assassin’s Creed y las especulaciones apuntan a Simon Nogueira, un freerunner profesional que supuestamente estaría detrás de la capucha

María Antonieta “macabra”

Después de la la escena de la Revolución Francesa, una María Antonieta decapitada apareció en una de las ventanas de La Conciergerie, con rock metal de fondo y con llamas en la parte inferior de la escena. Los televidentes señalaron la supuesta influencia “satánica” o aspecto macabro de la última reina de Francia, decapitada tras ser acusada de alta traición.

Ríos de sangre con death metal

En la misma escena donde aparece María Antonieta, la banda musical de Death Metal Gojira presentó una adaptación de “‘Ah! Ça Ira”, una canción popular de la Revolución Francesa. Sin embargo, la escenografía añadió una simulación de sangre falsa en el aire desde las ventanas, lo cual levantó la polémica sobre el aspecto sanguinario y “satánico” del musical.